Hay mucho por escribir

Archivo para la Categoría "Cuento"

Karma

Le he visto.
Le llaman Karma.
Una vieja excusa.
Una pobre justificación.
Para mi falta de integridad humana.

Le he escuchado.
Cada vez que me llama.
Los segundos pasan.
La vida cambia.
El tiempo no cura pero mata.

Le he hablado.
Le llamo Karma.
Un frío intento.
Un tibio martirio.
Su silencio dicta que es a otro a quién ama.

Le he tocado.
Me ha rasgado el alma.
Las palabras van.
Los respiros se agotan.
Su desdén demuestra que no valgo nada.

El muerto

Quizá debería hacerme piedra.
Pasar inadvertido entre corrientes de franqueza.
Observar; así nada más, sin compromisos ni temores.
Por el cinismo, ese acompañado de una encantadora sinceridad.

Quizá debería hacerme hielo.
Omitir ésta espera por algo bueno, esta que lleva ya tanto tiempo.
Atravesar magnánimo los torrentes de apatía.
Esos a los que a fuerza me han venido acostumbrando.

A lo mejor me hago el pacifista.
El cobarde tras la bandera.
Y me retiro para enumerar cuántos días más quedan de guerra.
Negación, en santa declaración de paz llega el mensajero ignorante.
De ninguna manera esto puede estar pasando.
¡A lo mejor me hago el muerto!
Anonadado por la indiferencia, ¡yo soy alérgico a esa basura!
Y pretendo; entre anagramas de desamor voy a pretender…
Que quizá debería hacerme el desinteresado.

Sí, a lo mejor me hago el muerto.
Y disimulo, que no me entero que hablas como él.
Abrumado, entre tanta apariencia mórbida.
Y finjo, de paso por sueños retorcidos voy a fingir…
Que quizá debería hacerme el olvidado.

Crisantemo

Noviembre mírame crujir.
Tengo algo que no existe,
Tengo alguien que desea morir.
Noviembre mírame escapar.
Tengo memorias inéditas,
Memorias que valen la pena ignorar.

Tengo una orquesta desafinada.
Una banda marchando,
Sobre una ruta desalineada.
Tengo un tiquete al báratro.
Un crisantemo bizarro,
Y una furia fingiendo ser llanto.

Perennes ansias de dar marcha atrás.
De mirarla atento a los ojos,
Y pedirle que me deje en paz.
Por eso noviembre, mírame de frente.
Tengo un pesar gélido en el pecho,
Y un cataclismo en la mente.
Por eso noviembre, mírame estallar.
Tengo una costumbre desgarradora,
Y una vida que olvidar.

Vocativo en tres actos

I

Estoy perdido.

En un laberinto diseñado entre locuras.

Perdido.

Con un nombre en mi mente.

Retumbando.

Repitiéndose.

Perdiendo el sentido en lo que gana significado.

Como una canción.

En sueños aparece con frecuencia.

Pero nunca confiesa nada nuevo.

Despierto.

Es hora de morir de nuevo.

Con un nombre en mi mente,

Que rima,

con los mejores momentos de mi vida.

Crucé hasta el otro lado del mundo.

Buscando un lugar en que fuese seguro pronunciarlo.

Su nombre, insistente.

Como una canción.

De vez en cuando me dan ganas de arruinarlo.

De vez en cuando siento deseos de saltar hasta el final.

De vez en cuando me pregunto,

Si esta será la tónica por el resto de nuestra vida.

II

Tengo un poemario.

Que habla de tragedias y desamores.

Lo de siempre, sino.

Repleto con su nombre.

Y una lista enorme de dedicatorias.

Desconocidas, ¿por qué no?

El karma danzaba por las calles.

Siempre en guardia.

Respondió bajo su nombre.

Como una canción.

Insinuando.

Sugiriendo.

Que aún la sigo amando.

De vez en cuando me dan ganas de pensar que amar no hace daño.

De vez en cuando siento deseos de creer que amarme no es imposible.

De vez en cuando me pregunto,

Si realmente no existe nada mejor que esto.

III

Estoy perdido.

Con un nombre en el vacío.

Pronunciado en miles de lenguas.

Asociado a millones de estrellas.

Persistente.

Doloroso.

Decepcionante.

Provocativo.

Como una canción.

Y pienso.

Cuando pronuncies mi nombre,

Quiero que tus labios tiemblen.

Que tus manos suden,

Mientras juegan con el cabello en tono nervioso.

Cuando escuches mi nombre,

Quiero que tus ojos se cierren.

Que la espalda te pese,

Mientras dejas de lado todo lo que haces.

Para recordar.

Para contemplar.

Para velar.

Mi nombre.

Como una canción.

Telar

Adorné la ventana.

Cerré la puerta.

Lloré en carmesí.

Encontré agujas en mi cama.

 

Recité un poema.

En voz baja.

Me congelé en el tiempo.

A la misma hora que mañana.

Encendí el fuego.

Incineré la suciedad.

Esperé.

Donde siempre.

Donde me quedé la última vez.

Sobre las agujas en mi cama.

 

Me veo.

Esperando, en el reflejo.

Sin que lo noten.

Existo.

Sin que se pregunten.

Pues bien, lo hago.

Tengo hambre.

Estoy agotado.

Deprimido.

Ansioso.

Desconsolado.

Desaparecen.

Sin preguntar.

Pues bien sepan: lo hago.

Existo.

Y muero.

Sobre las agujas en mi cama.

 

Me río.

Una carcajada siniestra.

Oculta entre torrentes de sangre que,

Descienden.

Desde mi boca.

Manchas.

Del suicidio perfecto.

Sobre las agujas en mi cama.

 

Suspiré.

Un ritual.

Emergió.

Me asesinó.

Mi sangre escurría.

Mi mirada se apagaba.

El cosquilleo viajaba.

Donde esperé tu llamada.

Fallecí.

Sin gracia alguna.

Me asesinó.

Sobre las agujas en mi cama.